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Hablemos de lo nuestro, del mejor aceite del mundo desde tiempos romanos: El Aceite de la Bética.

Aunque en los artículos anteriores hablamos sobre el plástico como la peor opción si queremos un envase realmente inocuo y reciclable para el aceite de oliva, hoy traemos un poquito de historia y conocimiento.

Para realizar los artículos anteriores referentes al plástico en el mundo del AOVE y la salud, en general, hubo que documentarse notablemente. En ese proceso de adquisición de conocimiento también se generaron muchas dudas y nació una que era más que interesante: ¿cómo era el transporte del aceite antes del plástico?

En este artículo haremos un pequeño viaje al mundo romano y trazaremos la vida del aceite de oliva en su viaje más estudiado, de la Bética a Roma.

 

Las uillae de la Bética 

Uillae es el nombre latino de lo que hoy conoceríamos como una villa grande, muy grande, mayorazgo o similar. Estaba compuesto por diferentes tipos de tierras y cultivos y el olivar solía dejarse para las tierras con pendiente o de peor calidad para el cereal. Pertenecientes a sólo una familia romana, que típicamente utilizaba mano de obra esclava, algún tipo de arrendamiento o aparcería a hombres libres. En ellas se recogía la aceituna, se molía, prensaba y obtenía un aceite (de muy diferentes calidades), muy apreciado en Roma. “De Turdetania se exporta trigo y vino en cantidad, y aceite no sólo en cantidad, sino también de la mejor calidad” (Estrabón, Geografía III).

 

El transporte

Una vez obtenido el aceite y “envasado” en odres (piel curtida de animales) había que transportarlo hasta Roma, sin embargo, transportarlo dos mil quinientos kilómetros en carreta no parecía una solución muy rápida ni eficiente. Ahí estaban el Baetis y el Singilis (Genil) una vía rápida al océano Atlántico y al mar Mediterráneo, una línea directa hasta las costas de Italia.

 

Re-envasado en cerámicaAceite de la Bética

A orillas del Guadalquivir, en el triángulo Córdoba – Écija – Sevilla (Corduba – Astigi – Hispalis) se ha localizado la mayor concentración de talleres de alfarería (figlini) de la historia romana. Productoras incansables de ánforas para vino y aceite, a ellas o a los embarcaderos llegaban las carretas cargadas de aceite (o vino). Los líquidos eran re-envasados en ánforas, selladas y embarcadas rumbo a Roma (en alguna ocasión al norte de la Galia). Cada vasija vacía pesaba más de treinta kilos y tenían capacidad para más de setenta litros de aceite. Sabemos también el calado de esos barcos de vela, de modo que podían cargar hasta mil ánforas. De modo que a orillas del Guadalquivir podían zarpar barcos con más de setenta mil litros de aceite.

 

El Monte Testaccio

Monte Testaccio

Monte Testaccio

Esa ingente cantidad de ánforas de arcilla llegadas a Roma debían ser depositadas en algún lugar una vez agotadas y los romanos idearon un sistema: las amontonaron de manera ordenada durante más de doscientos años creando la base histórica de registros de arcilla más grande de la historia: el monte Testaccio. Conocido como la octava colina de Roma, tiene en su haber más de doscientos años de ánforas. El noventa por ciento proceden del triángulo de la Bética y ocupan dos hectáreas de terreno con casi treinta y cinco metros de altura.

 

La trazabilidad romana, unos visionarios

Sabemos que la inmensa mayoría de ánforas pertenecen a la Bética gracias a los «tituli picti»: sellos en la propia ánfora que en ocasiones indican con todo lujo de detalles, el año de producción, peso vacío y lleno del ánfora, la villa de la que salió el aceite, a quien pertenece la ánfora, puerto de embarque y el titular de la embarcación que transporta el ánfora. En ocasiones también se escribía el nombre del dueño o el impuesto pagado por la ánfora. Todos unos adelantados en trazabilidad.

 

Tenéis más información en: «De especie silvestre (kótinos) a olivo sagrado (élaios)». Notas sobre el cultivo del olivar, la producción, la comercialización y el consumo de aceite de oliva en el Mediterráneo antiguo. Desiderio Vaquerizo Gil.

 

La cerámica está muy bien y es preciosa, sin embargo, desde La Verea Andaluza te recomendamos encarecidamente que sólo consumas aceite de oliva virgen extra envasado en cristal o acero inoxidable si quieres que conserve el máximo de propiedades beneficiosas para la salud el mayor tiempo posible.